Llega el verano. Y con él uno de los mayores miedos de muchos padres y madres, las piscinas. Las piscinas son ese peligro constante del verano al que los padres debemos estar pendientes sin descanso para evitar que nuestros hijos caigan en ellas. Nuestros hijos son pequeños y no saben nadar, por ello un despiste puede resultar fatal. Pero como todo en esta vida… esto también tiene solución.

Hemos hablado con Pedro Bilbao Lucuix, entrenador de natación en la Universidad de Granada. Pedro opina que nunca es pronto para que un niño empiece a interactuar con el medio acuático para familiarizarse y perder el miedo. Para posteriormente aprender a empezar a gestionar posibles situaciones de riesgo por sí mismos sin necesidad de que un adulto acuda en su ayuda.

“Los padres no deberían preocuparse de que su niño nade más o menos rápido o que aprenda crol o espalda… Pero si saber que su niño puede adquirir unas habilidades motrices que le permitirán solventar una posible situación de riesgo.”

Pedro coincide en que los estímulos que proporciona el agua a los niños facilitan su desarrollo motriz a la larga permitiéndoles desarrollar otras actividades físicas con mayor facilidad más adelante. Por otro lado las actividades en el medio acuático ayuda a que los niños sean conscientes de su cuerpo lo que ayuda a desarrollar diferentes sectores cerebrales encargados del desarrollo cognitivo de los pequeños.

Enseñar a nuestros hijos a nadar desde una edad temprana tiene multitud de ventajas más allá de su propia seguridad. Apuntar a nuestros niños a clases de natación es un plus para ayudarles a formarse también física e intelectualmente.

Por todo ello este verano las piscinas no deberían ser una preocupación. Podemos verlas como la oportunidad perfecta para que nuestros hijos aprendan a desarrollarse en un medio seguro y divertido. ¡Este verano al agua con los Peques!