No se trata sólo del tiempo o el esfuerzo que destinemos al ejercicio de memorización, sino el que empleamos en desarrollar todo el trabajo previo y posterior (resúmenes, esquemas, lecturas…).
Hay tres variables que debemos tener en cuenta. El tiempo, la calidad del trabajo, y el ambiente en el que se desarrolla el estudio.
Los hábitos de estudio son adecuados, e incluso necesarios, durante toda la vida académica y es conveniente haber cimentado desde pequeños una buena ética de trabajo y de esfuerzo. “Desde pequeños”, significa desde la guardería.
Si nos paramos a pensar en los peques que empiezan el colegio con tres años, podemos plantearnos ¿qué tienen que estudiar a esa edad para necesitar estos hábitos?. Es ideal que en casa se sienten todas las tardes con sus padres y repasen lo que han visto ese día en clase, que les dejen pintar libremente en un cuaderno o, mejor aún, que les lean un cuento.
El objetivo principal no es conseguir que adquieran muchos más conocimientos, se trata es de que desde pequeños entiendan que fuera del colegio hay que seguir haciendo cosas de clase, y que no hay dos mundos tan diferentes en donde en uno se estudia y en el otro no.
A medida que nuestros hijos van haciéndose mayores las exigencias educativas crecen progresivamente con ellos y, por tanto, tener unas pautas adecuadas de estudio cobra cada vez más importancia.